El crimen del Hotel Auditorium

De un tiempo a esta parte me ha nacido un interés creciente por la novela negra. Y no sólo como género, o por los potentes personajes que la pueblan. Me gusta porque leyendo a Hammet o a Chandler entiendes que el viejo país de vaqueros genocidas es el que está detrás de la forma de vida norteamericana, leyendo a Jaritos o a Montalbano descubres las miserias y grandezas de Grecia y de Italia, leyendo a los nórdicos (sobre todo Sjöwall y Wahlöö, también Indridasson, Mankell me parece sobrevalorado y de Larsson ya ni hablamos) te das de bruces con la dura vida de los que creíamos paraísos. Giménes-Bartlett nos enseña la vida de la policía y la sociedad barcelonesa en los últimos años.

Así pues, estoy esperando la gran novela negra que defina a la España de estos años. Como no tengo tiempo, paciencia ni, ¡ay!, talento para escribirla yo, me atrevo a proponer y regalar un argumento:

En la noche del 3 de diciembre de 2011 el portavoz mediático de los controladores aéreos en huelga salvaje desde unas horas antes es encontrado asesinado en una habitación del Hotel Auditorium, en el que se encuentran reunidos/refugiados los controladores para tomar decisiones sobre la huelga. El muerto es conocido por haber aparecido en varias ocasiones en los medios de comunicación representando a sus compañeros en otros momentos de tensión, tanto en medios informativos serios como en programas espectáculo de color rosáceo. El forense, en una primera impresión, comprueba que había mantenido relaciones sexuales poco antes de morir y que no se defendió.

El encargado de la investigación debería ser un comisario cincuentón, con deseos de estar de vuelta de todo pero sin conseguirlo, casado con una maestra que se dedica más a su trabajo que a su matrimonio (él también) y con un hijo médico residente de familia en un gran hospital madrileño, que no se va de casa pero aparece poco y amenaza con irse con una ONG. Su compañera de investigacion sería una joven policía con excelente preparación que ha caído ahí por un sistema de cuotas por género y debe demostrar constantemente que podría haber alcanzado el puesto sin necesidad de esas cuotas. A todos ellos, y al resto de policías subalternos, forenses, juez que participan en la investigación, les han bajado el sueldo por ser empleados públicos, y presentan problemas de conciliación con la vida familiar y se ven presionados y despreciados por superiores vanos y soberbios.

Las líneas posibles de investigación serían varias. La pasional-vedetística encarnada por otra controladora con la que el muerto mantuvo tormentosas relaciones en el pasado y que actualmente encabeza una facción del sindicato de controladores opuesta a la oficial. Son más agresivos, se mueven con soltura en la redes sociales y en los blogs y querían deponer al muerto. Es la línea favorita de los programas-basura, que desplazan unidades con reporteros y cámaras a todos los escenarios de la investigación. Constantes invitaciones a la joven policía para participar en programas de TV.

La línea conspirativa acusaría veladamente a los servicios secretos de la propia policía de haber urdido el asesinato inspirados por alguno de los miembros del gobierno, de forma que pudieran librarse del controlador muerto, dejar que el sindicato cayera en manos aún más feroces pero menos hábiles que llevaran a los controladores al descrédito y la disolución. Línea preferida por algunos diarios y televisiones de la oposición más dura al gobierno. Constantes invitaciones al comisario para participar en tertulias o para escribir un libro posterior a la resolución del caso en el que cuente «la verdad».

La línea tremendista sería la que señalaría a alguno de los pasajeros alojados en le hotel en la noche de autos tras haber perdido sus vuelos. O un español exaltado, que había perdido su fin de semana en Londres, que se coló en el salón donde se reunían los controladores para proferir insultos y amenazas, llegando a un intento de agresión física tras el que fue reducido por el muerto. O un grupo de rusos que habían perdido su vuelo a Palermo y con él la posibilidad de concretar un provechoso e ilegal intercambio de armas por drogas. Se les había visto hablando con el controlador unas horas antes, posiblemente intentando comprar su voluntad para que terminara la huelga.

La línea social la traería un botones sudamericano que ha tenido que malvender el piso que se había comprado al no poder pagar la hipoteca. Su mujer habría sido asistenta en el domicilio del muerto durante un tiempo. Fue entonces cuando el controlador les convenció para que se comprasen el piso (era de su propiedad) asegurándoles que se lo dejaba baratísimo. Poco después el controlador se separaba de su mujer a cuenta de su lío con la otra controladora y la mujer del botones era despedida.

El comisario y su ayudante tendrán que vérselas con todos los sospechosos, con los medios de comunicación, con sus superiores transmitiendo órdenes y apremios desde más arriba, con algún personaje de las altas finanzas que se encontraba en el hotel con su amante, joven y del mismo sexo, esperando una conexión aérea y que desea pasar desapercibido, con el sindicato del botones sudamericano, con algún personaje del clan ruso que confraterniza una noche con el comisario a base de vodka y pacharán, con una asociación de mujeres que defiende a la controladora sospechosa y acusa al muerto de haberla maltratado, con unos comapañeros del instituo con los que tuvo una cena la noche anterior tras haberse reencontrado a través del facebook… Todo para al final descubrir, de forma un poco accidental, que el asesino es…

Me diréis que no hay grandes personajes ni situaciones que vayan a pasar a la historia de la literatura, pero os recuerdo que se trataba de trazar un boceto de nuestra sociedad, y tampoco los hay en ella. Bien escrito, con el punto justo de fe en el ser humano y escepticismo, de esperanza e incorrección, yo me lo compraría.

* Por supuesto, todo es ficción y cualquier parecido de personas o hechos con la realidad es fruto de la coincidencia o de vuestra imaginación

'BCN - Crime Scene' (vía FlickrCC)